En México no se vive del Deporte sino se paga con el propio bolsillo.

Y no pasa nada por aceptarlo. Al contrario: nos hace responsables. Entonces, ¿qué nos queda? Ser realistas.
Ver el deporte como lo que es hoy en México:
Una actividad de esparcimiento, una pasión que las familias tienen que costear con su propio bolsillo. Y sí, muy pocas personas logran tener patrocinadores solamente por su desempeño en la cancha. Ese sueño existe, pero no es la regla, es la excepción.
La única vía real para que un atleta pueda aspirar a becas, apoyos o incluso selección nacional es el sistema federado.

Si no estás dentro de la federación, es muy complicado que llegues a un primer plano o que las marcas grandes se fijen en ti. Eso no es ser pesimista, es ser honesto.
Y ya basta de crear sueños huecos. Necesitamos orientar a la juventud con verdad.
Decirles que las oportunidades, las becas, los reflectores y los procesos oficiales están del lado federado. Y también enseñarles a identificar qué equipos sí los pueden acercar a un camino real, y cuáles solo les venden ilusión.

Porque algo que no se dice lo suficiente es esto:
La mayoría de los deportistas en México trabaja, estudia y se parte el alma para poder costear su propia pasión. No viven del deporte. El deporte no los mantiene.
El deporte los forma, los acompaña, les da amigos, disciplina, carácter… pero no les paga las cuentas.

Y ahí está el punto central del mensaje:
No se trata de destruir sueños, sino de madurarlos. Dejar de romantizar. Dejar de vender humo. Dejar de hacer creer que hay una carrera profesional garantizada detrás de cada disciplina.

Mi mensaje es simple y directo:
Compite. Juega. Sueña.
Pero sé inteligente. Sé realista.
El deporte en México, hoy, es pasión… no profesión. Y entenderlo no le quita valor: se lo da.
Porque te permite disfrutarlo por lo que realmente es, mientras construyes tu futuro con los pies en la tierra. Eso es lo que México necesita:
No más mentiras.
No más ilusiones vacías.
Solo verdad, responsabilidad y caminos claros.